Annah Foscolo, desde Argentina
Le debe su nombre a una esclava famosa de una pintura famosa. Está por encima del bien y del mal, dice; más por mujer que por argentina, aclara. Todo el odio que se le ocurre se lo dedica a su padre.
Luna Cervantes, desde El Salvador
Hija de la locura de Cervantes, El Quijote y su descendencia. Locura de sus padres, dice, hasta que enloquezcan de cordura. La mayor de los hijos del diablo. La menor de los hijos de dios.
Perla Jería, desde Chile
Nace y muere cada cuatro años. Todavía no sabe quién es, aunque sabe que escribe y lee. No quiere saber cuánto mide su país, porque sabe que es infinito, como la poesía que ha parido y parirá.
Zamantha Chacín Albarracín, desde Venezuela
Una ola más. Nació junto al mar y hay quien dice que nació de él. Desde hace unos años cambió su nombre popular por Venezuela. Nada más que quienes la conocieron antes saben que no se llama así.
Ulisses Sampedro Kyra, desde Colombia
Deforme de nacimiento. Apátrida con dos nacionalidades. Lo que tiene por rostros nada más que sus padres y algún par de familiares y amigos cercanos lo conocen. Lee cada que sus ojos no están viendo otra cosa.
Emmersson Aziz, desde Brasil
Un árbol más del Amazonas. Vive en la ciudad como quien paga una condena perpetua. Lleva la cuenta de los días en la pared, como si estuviera preso, y porque lo está. Siempre amanece con pájaros en sus manos.